Opinión

La izquierda a la deriva | El disfraz neoliberal para abandonar al pueblo

-La socialdemocracia, que alguna vez representó la síntesis entre los principios del marxismo, ha sido despojada de sus raíces de clase-

Desde la caída de la Unión Soviética, el mapa político global ha experimentado un cambio radical. Con la desaparición del bloque socialista, se consolidó un modelo económico y social neoliberal que impuso el predominio del capitalismo a nivel mundial. Este fenómeno no solo reafirmó el triunfo del mercado sobre los modelos alternativos, sino que también desdibujó las fronteras ideológicas que tradicionalmente separaban a la izquierda de la derecha.

La socialdemocracia, que alguna vez representó la síntesis entre los principios del marxismo y el liberalismo, ha sido despojada de sus raíces de clase. En lugar de buscar transformar las estructuras económicas, ha adoptado una postura que favorece la hegemonía del mercado. La competencia política actual, lejos de ser una disputa entre visiones económicas antagónicas, se ha convertido en un enfrentamiento entre dos versiones del mismo sistema: el liberalismo progresista y el liberalismo conservador.

Una de las principales críticas que enfrenta la izquierda contemporánea es su abandono de la clase trabajadora, históricamente su base de apoyo. En su lugar, ha enfocado su energía en luchas identitarias, como los derechos de las minorías sexuales, la equidad de género y el multiculturalismo. Si bien estas luchas son valiosas y justas en su propio derecho, no representan un desafío al sistema económico vigente, que ha demostrado ser sumamente capaz de asimilarlas sin mayores problemas. Así, las demandas de justicia social se han vuelto compatibles con la lógica de mercado, dejando a la clase obrera sin un referente político claro.

Este vacío de representación ha sido aprovechado por los populismos, tanto de derecha como de izquierda, que apelan a un electorado que se siente traicionado por la política tradicional. Al enfatizar una retórica nacionalista o de defensa de “los de abajo” frente a “los de arriba”, los líderes carismáticos logran atraer a grandes sectores de la población que antes votaban por los partidos de izquierda. Sin embargo, este populismo no representa una verdadera ruptura con el sistema neoliberal, sino una reformulación de sus términos, donde el líder fuerte reemplaza las estructuras colectivas de antaño.

La izquierda, en su búsqueda de nuevas causas, ha perdido de vista su misión original: la lucha de clases. Al dejar de lado a la clase obrera, ha permitido que los votantes trabajadores busquen alternativas en movimientos que, aunque prometen soluciones rápidas, no plantean un cambio profundo en el sistema económico. ¿Es posible que la izquierda recupere su vocación de clase? Solo el tiempo lo dirá. Pero, mientras tanto, el monoteísmo de mercado sigue intacto, y la izquierda, a la deriva.

Moisés Orozco Frausto

Moisés Orozco Frausto

Sobre el autor

Licenciado en Letras y autor de los libros Las Yeguas Nocturnas y Zona de Intolerancia. He participado como panelista invitado en los podcasts de análisis político Nomás lo que es y Crítica de Época. He sido guionista para diferentes medios de crítica cultural; como columnista de opinión en diversos medios escritos. He estado al frente de organismos de formación política e ideológica

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