El reconocido actor y activista ambiental Leonardo DiCaprio se encuentra en el ojo del huracán tras revelarse su inversión en un resort ecológico de alta gama en Herzliya, un puerto deportivo al norte de Tel Aviv, en Israel. La noticia ha desatado una ola de críticas por parte de activistas pro-palestinos y defensores de los derechos humanos, quienes acusan al actor de hipocresía y complicidad política en un momento de conflicto en la región.

El proyecto, en el que DiCaprio posee una participación del 10%, es un complejo de 14 pisos con 365 habitaciones, un muelle privado y otras amenidades de lujo. A pesar de que el diseño del resort cuenta con certificaciones de sostenibilidad y principios ecológicos, las críticas se han centrado en la ubicación del proyecto, a solo 80 kilómetros de la Franja de Gaza.
Activistas como Shaun King han sido particularmente duros en sus señalamientos, afirmando en redes sociales que “mientras las familias palestinas mueren de hambre, Leonardo DiCaprio invierte millones en un resort de lujo frente al mar en Israel”. La inversión ha generado un debate sobre la coherencia entre el discurso de activismo ambiental y de justicia social que ha mantenido DiCaprio durante años, y sus decisiones empresariales.
Los críticos sostienen que, a pesar de los esfuerzos del resort por ser ecológico, el contexto geopolítico en el que se desarrolla el proyecto eclipsa cualquier beneficio ambiental. La inversión se interpreta como un acto de normalización y apoyo a un país que, según sus detractores, está involucrado en violaciones de derechos humanos y conflictos armados en la región.
Aunque el proyecto fue anunciado originalmente en 2018, su aprobación definitiva en el clima actual ha intensificado el escrutinio público. La controversia ha puesto en entredicho la imagen pública de DiCaprio como Mensajero de la Paz de la ONU y figura central en la lucha contra el cambio climático, dejando a muchos preguntándose si sus acciones se alinean con sus palabras.