En una inusual conferencia de prensa, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lanzó duras críticas contra el gobierno de Estados Unidos, calificando su reciente despliegue militar en el Caribe como “la mayor amenaza” que ha enfrentado Sudamérica en un siglo. El mandatario venezolano aseguró que la operación naval, supuestamente para frenar el narcotráfico, es una acción “extravagante, absolutamente criminal y sangrienta” que busca ejercer una “máxima presión” sobre su gobierno.

El despliegue militar, confirmado por la administración del entonces presidente Donald Trump en agosto, incluía el movimiento de buques de guerra y personal militar con el objetivo declarado de combatir la amenaza de los grupos de narcotráfico, a los que EE. UU. ha vinculado con altos funcionarios venezolanos. Esta acción coincidió con el anuncio de un aumento en la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, la cual ascendió a 50 millones de dólares, bajo la acusación de ser uno de los mayores narcotraficantes del mundo.
Durante la conferencia, Maduro se dirigió directamente al presidente Trump, advirtiéndole que “debe cuidarse” de figuras como el secretario de Estado, Marco Rubio, a quien acusó de querer “mancharle las manos de sangre”. El líder venezolano insinuó que una “mafia de Miami” ha influido en la política exterior de EE. UU. hacia la región, en una clara alusión a Rubio.
El presidente venezolano reafirmó que no se “doblegará ante amenazas” y declaró que su país se ha preparado con “máxima disposición” para hacer frente a la situación. En un llamado a la unidad regional, Maduro sentenció: “Porque amenazar a Venezuela es amenazar a todo el continente, te metes con uno, te metes con todos”.
La escalada de tensión entre ambos países subraya el complejo panorama geopolítico en el hemisferio, donde las acusaciones de narcotráfico se entrelazan con la política de presión diplomática y militar.