Una sorpresa inesperada cambió la vida de Raúl Rodríguez, un agente fronterizo que había servido durante casi dos décadas en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en Texas. En abril de 2018, se enteró de que él mismo no tenía documentos legales para estar en Estados Unidos y podría ser deportado. Aunque tenía un historial en la Marina y la CBP, enfrentó su situación migratoria durante una reunión con sus jefes.
Rodríguez vivió una vida difícil en México antes de mudarse a Estados Unidos. Siendo ciudadano estadounidense por nacimiento, cruzó la frontera de niño para una mejor vida. Después de servir en la Marina, se unió a la CBP para procesar la entrada de extranjeros en el país. A lo largo de su carrera, enfrentó desafíos éticos al cumplir la ley mientras lidiaba con personas que buscaban entrar sin documentos.
La vida dio un vuelco cuando se dio cuenta de su situación migratoria irregular. Luchó para quedarse legalmente en EE. UU. y un juez finalmente le concedió la residencia debido a su historial y servicio al país. A pesar de las dificultades, Rodríguez sigue comprometido a hacer lo correcto y cumplir con su trabajo, incluso en situaciones complicadas en la frontera.
Este cambio en su vida cambió su forma de ver las cosas, pero no ha renunciado a sus principios. Mantiene la esperanza de ser tratado justamente como los demás. La historia de Rodríguez destaca los desafíos personales y éticos que enfrentan los agentes fronterizos y muestra la importancia de tratar con equidad a aquellos que sirven al país.