Estados Unidos continúa en el centro de la discusión internacional. Después del atentado contra Donald Trump, Joe Biden ha tomado una decisión histórica: dejar la carrera por la reelección y apoyar a su vicepresidenta, Kamala Harris, como nueva contendiente por la presidencia. Esto ocurre en un momento de muy alta tensión para la superpotencia occidental. Echemos un ojo al escenario en que se desarrollarán las elecciones de nuestro vecino del norte.
La “guerra cultural” ha provocado una enorme polarización entre demócratas y republicanos. Estas tensiones se han avivado desde el primer mandato de Trump y se han profundizado en la administración actual. El descontento generalizado se ve exacerbado por la creciente precarización habitacional, laboral y médica que viven los estadounidenses. Las protestas y movimientos sociales, desde Black Lives Matter hasta las manifestaciones por derechos laborales, reflejan una sociedad en constante efervescencia y con demandas urgentes de cambio.
Estados Unidos enfrenta actualmente varios conflictos que requieren su atención y recursos. La situación en la Franja de Gaza y la guerra en Ucrania dividen la opinión de los contribuyentes y votantes. Muchos consideran un desperdicio del presupuesto nacional el intervenir en guerras que, según su perspectiva, no los afectan de forma directa. Esta división afecta no solo la política exterior, sino también la cohesión interna, cuestionando el papel de Estados Unidos como “policía del mundo”.
El uso y el impacto del fentanilo han crecido exponencialmente. En 2016, el fentanilo estuvo detrás del 62% de las muertes por sobredosis en Washington; en 2022, fue la causa del 96% de las muertes relacionadas con el abuso de drogas. Esta crisis de salud pública ha generado un debate intenso sobre las políticas de drogas, la necesidad de mayor acceso a tratamientos de salud mental y adicciones, y la efectividad de las respuestas gubernamentales.
Sumado a todo esto está la lucha por la hegemonía mundial con China. El gigante asiático es el mayor rival económico y geopolítico de Estados Unidos, y con su ascenso está redefiniendo el tablero internacional. Las tensiones comerciales, tecnológicas y militares entre ambas potencias añaden una capa de complejidad a las elecciones, ya que los votantes buscan un liderazgo que pueda manejar esta rivalidad de manera efectiva y asegurar la posición de Estados Unidos en el escenario global. El panorama electoral en Estados Unidos se presenta complicado y cargado de desafíos. La retirada de Biden y la candidatura de Harris añaden un elemento inesperado en una coyuntura ya de por sí volátil. Queda por ver cómo responderán los votantes ante estos desafíos y qué dirección tomará la nación en uno de los momentos más críticos de su historia reciente.