-El imperio que algún día conectó todo el mundo, hoy pudo ser ninguneado por AMLO-
España, un nombre gigante que se quedó en un país muy pequeño. La actual España es insignificante: no tiene peso geopolítico, militar o económico. De hecho, se ha convertido en un títere del otanismo, una víctima de la política exterior marroquí y un país de monocultivo para Europa del norte. Muy lejos está aquel Estado que fue capaz de conectar todo el mundo por más de 300 años.
Colocar a la actual España como el enemigo diluye la verdadera amenaza a la paz y la prosperidad del sur global: el poder liberal anglosajón protestante. La fuerza imperial de España es computable a cero. Comparar los modelos imperiales de España con los de Inglaterra o Francia, así como sus consecuencias en la realidad actual de los países de América, es ciertamente falaz.
Negar que tanto México como España nacieron a ambos lados del Atlántico es negar el sustrato cultural, idiomático y social que nos ha dado forma. De igual manera, avivar un discurso simplista y maniqueo evita nuestra capacidad para construir lazos de cooperación entre todos los países que conforman la Iberofonía en contra del imperio, y por tanto del capitalismo, realmente existente.
Es crucial reconocer que tanto México como España comparten una historia y un legado cultural que no deben ser ignorados. En lugar de fomentar divisiones, debemos trabajar juntos, como iguales, para fortalecer alianzas y enfrentar las verdaderas fuerzas de subordinación ideológica que azotan La Hispanidad.
Dicho todo esto, sí da mucha penita que sigan teniendo reyes.